Viviendo la fiesta brava en la feria de Sevilla desde el tendido de la Monumental de Caballería y comparando con las corridas que vemos y estamos acostumbrado a asistir, en el coso más grande del Mundo, damos fe de que además, se confirma que es la plaza también la más cómoda de cuantas plazas de toros, hemos visto y vivido en la madre patria. Efectivamente, lo comprobamos directamente con algunos lugares que nos fueron conseguidos al grupo armado por la diligente y dinámica Sofía Loyo, los cuales fueron en su mayoría, en el tendido de sol, cercanos a la división de sombra y en las filas 14 y 15, que a decir de los amigos aficionados de esa bella plaza de toros, son los mejores lugares, incluidos los de barrera o del primer tendido y así fue, pues en la última fila de sol, pudimos recargarnos en la división del tendido techado y en verdad que la comodidad, se puede decir que es de lo mejor.

Bien, pero vamos a otros detalles. Para empezar, el paseíllo iniciado sin ese Olé tan característico de las plazas mexicanas, se extraña, aunque lo hacen con toda seriedad y orden, además de respeto, diferencia con México, que se siente el ambiente festivo, que anima a cualquiera que este presente en corridas o novilladas. Ya algún torero español que se atrevió a criticar este ambiente, al que califico de -Festivalero- y falto de respeto, hacia los toreros que partían plaza y que van con toda seriedad a -jugarse la vida- cosa cierta, pero que no va con el carácter y forma de ser, de esta mezcla de sangres que tenemos los mexicanos, indígenas e hispanas, que de alguna forma, nos hacen ser un tanto diferentes a quienes heredamos la fiesta brava en tierras conquistadas por ellos mismos. Luego o antes de dar inicio, hasta la forma de arreglar el ruedo por parte de los Monosabios, en orden y arreglo que parecería como si estuvieran -peinando- a una bella dama, dejando la arena dorada, en un bello cuadro, pintado y arreglado para el disfrute de este bello y artístico espectáculo taurino.

Igualmente, la salida del Toro a la arena, es diferente. No salen corriendo y su definición de salir en forma -natural- o -contraria-, no se define de salida. La presencia del Toro, es de mayor respeto por su estampa, tanto por su cornamenta como en su corpulencia, misma que se sigue respetando allá, mientras que acá en muchas plazas de México, se ha perdido sobre todo, la cornamenta, que eso en varias ganaderías le ha dado menos -peligrosidad- ¿? independientemente de la acometividad a los engaños, aunque en su defensa, se ha ganado más en cuanto a las embestidas continuas y de mayor duración, cosa que en España, están acostumbrados a ver faenas de corta duración, pero de mayor peligrosidad, comparado con los Toros de acá de este lado.

La música, sabemos, se define desde el lugar de el director de la banda y a su criterio, cuando observa y siente que habrá faena para darle brillo con esos pasodobles muy al estilo sevillano, mientras que acá en plazas de primera o casi exclusiva de la Plaza México, el tocar la banda durante una faena por brillante que esta sea, no se escucha música alguna y se reprocha a quienes pide a gritos ¡música!, calificándolos de villamelones o ignorantes, que no dejan disfrutar las faenas de los Toreros y al mismo tiempo, de los buenos aficionados que disfrutan más el toreo que la música.

Son estos algunos detalles que hacen la diferencia de una y otra forma de llevar la fiesta brava de España y de México.

Seguiremos desglosando nuestro sentir de la fiesta brava, avista ahora desde el tendido de la Maestranza de Sevilla, comparando con lo vivido en plazas de provincia y de la capital de México, algo que seguimos extrañando, por la ridícula petición de la Jefa del Gobierno capitalino, de suspender las corridas de toros, con un argumento fuera de todo orden, tradición y reglamentación de muchos años de respeto y trabajos, apoyando y contribuyendo además, con los respectivos impuestos que esto genera.