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ALQUIMIA celebra por estos días 22 años ininterrumpidos de estar circulando. Es una publicación especializada que proviene del Sistema Nacional de Fototecas, y se debe a un sólido equipo de investigadores y especialistas que encabeza Araceli Puanta, luego del mismo cargo que por años ostentó José Antonio Rodríguez.
Cada uno de los números es una cuidada edición donde destaca la reproducción de todas las técnicas fotográficas, y un nutrido conjunto de escritos o ensayos sobre temas específicos o cronológicos, junto a reseña de otras obras, o la sugerencia de exposiciones.
Sin embargo, en 67 números, sólo en una ocasión se ha abordado sesgadamente el tema taurino, con motivo de la célebre fotografía que Genaro Olivares obtuvo el 2 de abril de 1950, y donde Rafael Rodríguez es llevado en andas por la afición.[1] En esa imagen, el fotógrafo capta el oportuno momento en que un carterista despoja a quien lleva sobre sus hombros al aguascalentense, mientras dos policías –aunque presentes-, están ausentes en el “cumplimiento de su deber”. Ese testimonio, con su carga evocativa y su punto de ironía, sigue siendo referencia. Por eso, Rebeca Monroy así lo consideró y en ese término pasó a formar parte como uno más de los asuntos que provienen del estudio fotográfico inserto en la vida cotidiana…
…pero también en las diversiones, y en particular, del espectáculo taurino en México; donde la fotografía arroja miles y miles de evidencias; pero que una revista como ALQUIMIA ha desairado.
Como especialista e historiador en este asunto desde hace más de 40 años, y ya con posibilidad de contar con un acopio electrónico de imágenes, puedo afirmar que las hay desde 1853 y hasta nuestros días en cantidad muy abundante.
Este fotograbado o ambrotipo, y cuya técnica aún está por definirse, dado que se trata de la única evidencia hasta ahora a nuestro alcance, presenta a Bernardo Gaviño en 1853.
Ese conjunto de retratos nos permite conocer plazas, encierros, toreros –dentro y fuera del escenario-, estudios fotográficos, percances y demás variedades, que lograron viajeros extranjeros y nacionales, acudiendo a las antiguas técnicas. Por eso es bueno mencionar que contamos con la valiosa evidencia de C. B. Waite, W. Scott, pero también de un extenso catálogo de los Valleto, Octaviano de la Mora, Lauro E. Rosell, Carlos Quiroz o Daniel Carrasco Zanini que hicieron labor entre fines del siglo XIX y la primera década del XX. Luego, aparecen los propios Casasola, a cuyo frente se encontraba Agustín; G. Malváez, Foguero, Rafael Pingarrón, Esperón, Toquero, Tagle, Miguel Cruzado, Eduardo Melhado, Tinoco, Fernando F. Sosa, Enrique Sosa, Abraham Lupercio y luego otra gran generación formada por Luis y Manuel Reynoso, Francisco Urbina, Daniel García Orduña, Juan Rodríguez, Adalberto Arroyo Cuesta…
En mi “Galería de toreros mexicanos de a pie y de a caballo. Siglos XVI al XIX”, he incorporado lo mismo a otros personajes extranjeros influyentes en el espectáculo, que una importante selección iconográfica donde predomina la fotografía. Así pues y en ese sentido, se justifica la existencia de este tipo de soportes, los que hoy he procurado rescatar digitalmente. Los originales ante mi vista han sido pocos, muy pocos. Sin embargo, los he rescatado y, bajo ese principio continuaré con cuantas más imágenes se localicen.
Por lo tanto, es buen momento para recordar que para una ALQUIMIA desdeñosa, en otra –como esta-, el tema taurino se justifica de sobra, tanto como para no abandonarlo.
Publicidad en la que se ofrecía la aplicación de técnicas fotomecánicas para impresión, esto en 1897.
[1] ALQUIMIA. Mayo-agosto 2006, año 9, N° 27. Rebeca Monroy Nasr, “Las entrañas de la imagen” (p.6-23).
Por: JOSÉ FRANCISCO COELLO UGALDE.
Nota de la Redacción: (Este texto fue tomado en la fecha arriba indicada y ahora en el 2024 sigue vigente)